- Es tarde Justine...- suspiró sin moverse del portal de la puerta. La colorina ladeó el rostro percatándose de la oscuridad que había caído sobre ella sin darse cuenta, miró su reloj de muñeca y suspiró al observar que el chico tenía razón.
- Vete sin mi Rowan, tengo unos testimonios que pasar y...- El joven le interrumpió acercándose a ella, la joven le observó mientras pausadamente colocaba sus manos sobre sus hombres y procedía a hacerle un masaje.
- Siempre me voy sin ti Justine...- su voz suave y de tono justo incitaba, la joven ladeó el rostro cerrando sutilmente los ojos. - Además... Hoy es el día-
- El día de qué?- preguntó inocentemente cuando de pronto todo se le removió por dentro al darse cuenta, abriendo los ojos de par en par de súbito. El joven de cabello castaño sonrió.
- Lo olvidaste?- la joven negó en medio de un silencio suspendido - Lo olvidaste...- agregó risueño.
- Lo siento Rowan, lo juro que lo siento- giró su silla para encontrarse con los ojos marrones que le miraban paciente, le tomo la mano y la acercó a su mejilla con cariño, para girar la silla y mirar la pantalla - Siento que estoy en una pesadilla Rowan- suspiró - Corriendo sin avanzar ni un centímetro, sin llegar a ningún lugar- estiró la mano - Es como si se escondiera para mí- su voz se tambaleó perdida, al igual que sus ojos tornándose meditabundos nuevamente - Es como...- interrumpió volviendo a la realidad.
- Todavía tienes tiempo para redimirte- giró la silla para agacharse hasta dejar su rostro frente al de ella y la besó, un beso profundo, del cual Justine quiso prescindir, sin embargo Rowan la había esperado tanto tiempo, tanto que...
Los labios de un carmesí esbozaron una sonrisa sutil, para acariciar la mejilla del joven, girarse en el asiento y apagar el computador.
- Vamos...- musitó la joven para guardar las carpetas manila de colores en los archivadores, tomar su abrigo, mientras el joven moreno caminaba saliendo del despacho en dirección al ascensor, la joven Justine le siguió, quedándose unos segundos en el portal de la puerta, mirando la habitación con una matizada mueca de inconformismo, frustración e impaciencia y apagó la luz para seguir a su acompañante.